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lunes, 25 de septiembre de 2017
Cómo saber cuántos conocimientos son suficientes
Independientemente del área de conocimiento en que se
desempeñe, todo individuo en algún momento se plantea hasta qué punto se
necesita estar especializado. Los niveles de paro de la sociedad
actual han hecho que se vivan días altamente competitivos en los que abundan
aspirantes con formación superior.
A pesar de que la demanda cambia en cada caso, la tendencia
es a la especialización rápida, pensando que la calidad es asunto de otros
tiempos. La realidad demuestra que esto dista de ser cierto.
La
ilusión del conocimiento
Con el advenimiento de la “Era Digital” y la “Sociedad del
Conocimiento”, algunos de los epítetos con los que se denomina la época actual,
se plantean nuevas cuestiones respecto a toda la información a nuestro alcance
y las situaciones que suscita.
La disponibilidad de cantidades de información, tan grandes
que la hacen parecer ilimitada, crea lo que Stephen Hawking ha llamado “La
ilusión del conocimiento”, algo que, para este científico, es aún peor que la
ignorancia.
Se trata de un estado en el que se hace borroso el límite entre “estar informado” y “estar formado”.
La diferencia es la misma que hay entre una biblioteca especializada en ingeniería
mecánica y un ingeniero: el segundo puede cambiar el mundo, la primera no es
más que un instrumento.
Especializaciones,
maestrías y diplomados
No todas las áreas de conocimiento son contrarias a la
formación autodidacta. El cineasta Quentin Tarantino creó polémica cuando, al ser
preguntado sobre dónde cursó sus estudios superiores, respondió: “Fui al cine”.
En el sector del arte, la información puede ser a la vez conocimiento y materia
prima.
En otras áreas es
fundamental que la formación sea profesional, continua, especializada y
actualizada. En el campo de la salud, si no se ha realizado un master urgencias y
emergencias como el que ofrece la Universidad de Barcelona, como profesional
se adolece de lo esencial para salvar y cambiar vidas. En medicina, enfermería
y todas las áreas relacionadas, los estudios formales y la investigación nunca
terminan.
Suelen ser las profesiones y oficios más complejos los que necesitan
de mayor validación legal y social. En cuanto a peluquería y estilismo, el
diploma de un taller de pocas horas sobre las últimas tendencias y técnicas puede
hacer sentir más que satisfecha a cualquier persona que necesite el servicio.
Por el contrario, nadie quiere llegar al consultorio del cirujano y encontrar
un único certificado de un curso de pocas horas en la pared.
La formación superior ha cambiado gracias a este nuevo
panorama. Las universidades,
instituciones tradicionalmente conservadoras, se han adaptado al cambio
aprovechándolo como vía para crear y difundir conocimiento. Bibliotecas
virtuales y clases online son comunes en las universidades del mundo actual. La
información misma es objeto de estudio.
Aunque no todas, muchas universidades hoy en día ofrecen diplomaturas
y cursos para no graduados, que no les convierten en profesionales oficiales,
pero les enseñan a sistematizar y discriminar la información.
Los estudios superiores añaden conocimiento y este,
finalmente, es un bien. Como todos los bienes es acumulable y hay que
esforzarse por obtenerlo. También es codiciable, por lo que para muchos no hay
un límite sobre cuánto hay que estudiar y aprender.
La gran diferencia entre el conocimiento y los bienes
materiales, es que no se nos puede privar de él una vez lo obtenemos.
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