Cuando realizamos una dieta para perder peso, quiere decir que estamos consumiendo menos calorías de las que nuestro cuerpo necesita para sobrevivir, esto hace que entre en una especie de estado de alerta, por lo que con el tiempo puede llegar a producir ciertas adaptaciones negativas las cuales pueden tener un gran impacto sobre nuestra salud y resultados.

La temperatura corporal es un gran indicador del estado metabólico de nuestro cuerpo mientras estamos a dieta, ya que una de las formas que tiene nuestro cuerpo de protegerse es la de reducir la producción de hormonas tiroideas, lo cual produce un descenso en la temperatura corporal.

Nuestra temperatura normal es de unos 36.6ºC, cuando estamos a dieta esta disminuye poco a poco (es por esto que conforme vamos avanzando tenemos que ir reduciendo las calorías para poder seguir bajando de peso), por lo que cuando lleguemos a unos 35.8ºC o casi 36, debemos detener la dieta y comenzar una etapa de descanso en la que comeremos de manera normal, con una duración de unas 2 semanas para restablecer nuestro metabolismo.

Es por esto que cada vez que empecemos perder peso, nos mediremos varias veces la temperatura los primeros días para saber cómo estamos al comenzar, y cada semana la tomaremos de nuevo y la iremos anotando, una vez alcancemos el mínimo, realizaremos un pequeño reset en la dieta hasta alcanzar de nuevo una temperatura corporal similar o igual con la que comenzamos.

Lo primero es que quemaremos menos calorías, por lo que tendremos que ir reduciendo poco a poco nuestro consumo para poder seguir perdiendo.

Nos notaremos más cansados, con un peor estado de ánimo y empeorará nuestro rendimiento.

También notaremos que nuestras pulsaciones disminuyen un poco y que además seremos más pronos a tener estreñimientos ocasionales. Y en el caso de que la masa muscular sea importante para nosotros, la pondremos en un gran compromiso ya que nuestro cuerpo intentará proteger la grasa todo lo posible eliminando el tejido corporal que más recursos consume: el músculo.